domingo, 5 de enero de 2014

FRASES: Si pudieras verme ahora, de Cecelia Ahern

<<Daba la impresión de que las conversaciones dentro de la cabeza de Elizabeth eran lo bastante ruidosas como para llenar su silencio.>>

<<Hasta durmiendo se mantenía alerta y con la guardia bien alta. Elizabeth se acostaba para descansar, no para soñar.>>

<<Lo que importa no es el aspecto que tengamos, sino el papel que desempeñamos en la vida de nuestro amigo íntimo. Los amigos eli­gen a determinados amigos porque éstos son la clase de compañe­ro que buscan en un momento dado, no porque tengan la estatura, la edad o el color de pelo correctos. >>


<<Nuestros ojos verían multitud de cosas maravillosas si realmente enfocaran como es debido. La vida es como una especie de cuadro. Un cuadro abstracto realmente es­trambótico. Puedes mirarlo y pensar que no es más que un man­chón. Y puedes seguir viviendo toda tu vida creyendo que no es más que un manchón. Pero si lo miras de verdad, si lo enfocas bien y usas la imaginación, la vida puede dar mucho más de sí. Porque de hecho el cuadro quizá represente el mar, el cielo, personas, edificios, una mariposa posada en una flor o cualquier otra cosa excepto el manchón que una vez estuviste convencido que era.>>

<<Los niños son quienes saben exactamente lo que está ocurriendo en el mundo, ¿sabes? Ven más cosas que los adultos, creen en más cosas, son sinceros y siempre te harán saber a qué debes atenerte, cuál es tu posición.>>

<<Le ofrecí otro brazalete que acababa de hacer.
Error número dos: cuando se lo puse en la muñeca sentí como si le estuviera dando un trozo de mi corazón.>>

<<Trató de reír, pero mi rostro imperturbable hizo que se detuviera y suspira­ra. Ivan, ¿por qué sólo estoy hablando yo?
Porque estoy escuchando.
Pues ya he terminado así que podrías decir algo espetó.
Me reí. Cada vez que se sentía estúpida se enfadaba.>>

<<Me parece ridículo que le llenes la cabeza con esa sarta de mentiras le soltó muy enfadada. ¿Qué piensas decirle cuando ninguno de sus deseos se haga realidad?
—¿Cómo sabes que no se harán realidad?
Tengo sentido común. Algo de lo que por lo visto tú careces.
Tienes razón, no tengo sentido común. No quiero creer lo mismo que creen todos los demás. Tengo mis propios pensamien­tos, cosas que nadie me ha enseñado y que tampoco he leído en nin­gún libro. Aprendo de la experiencia, en cambio tú... A ti te da mie­do experimentar lo que sea y por eso siempre tendrás tu sentido común y nada más que tu sentido común.>>

<<Ivan ocupaba sus pensamientos en todo momento; ella repetía sus conversaciones una y otra vez. Le hacía una pregunta tras otra y él siempre se mostraba abierto y sincero en sus respuestas, pero después, tendida en la cama, Elizabeth caía en la cuenta de que no sabía más que antes acerca de él pese a que hubiese contestado a to­das sus preguntas. Aun así percibía que eran dos seres muy simila­res. Dos personas solitarias que volaban llevadas por la brisa como semillas de diente de león, portadores de sus respectivos deseos.

Por descontado, tales sentimientos la asustaban. Por desconta­do, atentaban contra sus principios, pero por más que lo intentara le era imposible evitar que el pulso se le acelerara cuando la piel de Ivan rozaba la suya, le era imposible evitar buscarle cuando creía que podía andar cerca. Le era imposible evitar que invadiera sus pensamientos. Ivan se acurrucaba con naturalidad entre sus brazos a pesar de que éstos no estuvieran abiertos; se presentaba en su casa sin estar invitado y no obstante a Elizabeth le era imposible evitar abrirle la puerta una vez tras otra.
La atraía su presencia, lo que le hacía sentir, sus silencios y sus palabras. Se estaba enamorando de él.>>

<<Cuando te cae un vaso o un plato al suelo se oye un estrépito. Cuando una ventana se hace añicos, una pata de mesa se quiebra o cuando un cuadro se desprende de la pared se oye un chasquido. Pero en lo que al corazón atañe, cuando éste se rompe lo hace en el más absoluto silencio. Dirías que siendo algo tan importante debe­ría hacer el ruido más fuerte del mundo entero, o incluso emitir al­gún sonido ceremonioso como la vibrante resonancia de un címba­lo o el tañido de una campana. Pero guarda silencio y casi deseas que haga un ruido que te distraiga del dolor.
Si hay algún sonido es interno. El corazón grita y sólo lo oyes tú. Es un grito tan fuerte que te zumban los oídos y te duele la ca­beza. Se retuerce dentro de tu pecho como un gran tiburón blanco atrapado en el mar; ruge como una osa a la que han arrebatado su osezno. Eso es lo que parece y así es cómo suena, como una enor­me bestia que se revuelve presa del pánico en una trampa, rugiendo como si fuese prisionera de sus propias emociones. Pero así es el amor: nadie queda fuera de su alcance. Es tan desaforado como eso, tan vulnerable como una herida en carne viva expuesta al agua sala­da del mar, pero cuando el corazón se rompe, lo hace en silencio. Sólo gritas por dentro y nadie te oye.>>

<<La vida está hecha de encuentros y separaciones. La gente en­tra en tu vida a diario, les dices buenos días, les dices buenas noches, algunos se quedan unos minutos, otros se quedan unos meses, algunos un año, otros toda una vida. Pero con todos ocurre lo mismo, os encontráis y os separáis>>


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